domingo, 9 de junio de 2013

Season Finale I

Por snedecor
Hubo un tiempo en el que sumar 100 puntos en liga sólo estaba al alcance de los jugones pcfutboleros (de los verdaderos maestros del asunto o de quienes reiniciábamos los partidos una y otra vez hasta conseguir que la dichosa maquinita nos concediera el resultado que deseábamos). Este Barça tiene a Messi, vale, lo que en términos futbolísticos equivale a tener delante la guía de trucos del videojuego, pero ni siquiera ha necesitado un entrenador a tiempo completo para alcanzar una cifra bestial que empieza a parecer preocupantemente habitual. Con Tito todo el año al pie del cañón (deseamos) y con el mordiente en ataque que supone el fichaje de Neymar Jr (a priori, porque a lo mejor resulta ser Nightmare Jr), quién sabe si la próxima temporada se romperá esa mágica barrera. En todo caso, tras dos años de experiencia ya nos ha quedado claro que con 100 puntos no te dan más premio que una Liga: para ganar la Champions hay que ser capaz de eliminar al Bayern de Munich en semifinales. Que luego cuando mandamos los penaltis al cuarto anfiteatro o los bávaros nos cascan siete, 100 puntos cierran pocas heridas.

A la otrora taurina hora de las cinco de la tarde, con división de opiniones en el tendido y más de un ocupante del palco de prensa pidiendo que su cadáver diera la vuelta al ruedo arrastrado por las mulillas, se despidió José Mourinho de sus tres años encabezando los carteles del Santiago Bernabéu: para el recuerdo deja buenas tardes y alguna faena de aliño (ahora “aliño” a éste, ahora “aliño” al otro). Aparte de algún que otro trofeo (y de unas cuantas cornadas traicioneras), del Madrid se lleva la experiencia, nueva para él, de cerrar una temporada sin el apoyo unánime de su cuadrilla. Cual si fuera Curro Romero, su paso por las plazas españolas ha inspirado el nacimiento entre los aficionados blancos de una nueva corriente de fieles seguidores de un arte incomprendido para la mayoría: los mourinhistas se definen desde el apego cuasi incondicional al diestro de Setúbal pero también desde la firme contraposición a la crítica y a los puristas (puristas de puro habano, o de pipa, por utilizar el elemento más característico de los abonados al coso merengue). Viendo que el empresario a cargo de la plaza no parece por la labor de continuar explorando tan revolucionario estilo, me temo que tendrán que esperar pacientemente la irrupción en el escalafón de su Morante particular. En cualquier caso, el que piense que sin Mourinho llegará la calma al ruedo de Concha Espina ni conoce al Real Madrid ni frecuenta las hemerotecas.

Cierto es que también ayudaron una increíble Real Sociedad que por momentos pareció el Brasil del 70 y un Atlético por fin al nivel que su historia y afición merecen, pero tres presidentes, dos entrenadores, dos estadios y cientos de millones de euros de deuda no han conseguido evitar que el Valencia se quede fuera de la Champions League por primera vez desde 2008 (año en el que también hubo tres presidentes, dos entrenadores, dos estadios y cientos de millones de euros de deuda, además de una Copa del Rey). Que con todo este despropósito institucional la Fundación del Valencia CF, máxima accionista del club por obra y gracia de la Generalitat Valenciana (mientras Bankia y los tribunales no digan lo contrario), colabore en la organización de un Máster Internacional en Gestión Deportiva Empresarial es poco menos que un cachondeo: sobre todo porque en su programa académico no se contempla el estudio en profundidad de su propio caso, del que tanto habría que aprender. Como a estas alturas aún no tenemos muy claro si el Valencia es de su Fundación, de la Generalitat, de Bankia o de un señor que pasaba por allí, desde FNF proponemos a los aplicados alumnos del máster que, como trabajo de fin de curso, investiguen la viabilidad de nuevas y originales fórmulas de gestión del club ché, como por ejemplo un hipotético proyecto de joint venture entre Españeta y Manolo el del bombo: peor no lo iban a hacer y al menos su compromiso y su amor a los colores quedarían fuera de toda duda.

Así, a bote pronto y a falta de todo un verano, va un pequeño parte de bajas de cara a la próxima temporada: Marcelo Bielsa y sus ruedas de prensa. José Mourinho y sus ruedas de prensa (las diera o no). Eric Abidal y buena parte de los cacareados valors del Barça. José Mourinho y buena parte del cacareado señorío del Madrid (lo tuviera o no). Juan Carlos Valerón y su magia. David Albelda y su magia (no, es broma). Jesús Navas y sus ojazos azules. Fernando Llorente y sus ojazos azules. Radamel Falcao y esos goles en Champions que nunca llegarán. Gonzalo Higuaín y esos goles en Champions que nunca llegaron. Andrés Palop y sus goles en UEFA. Ricardo y sus goles en… en contra. Manuel Pellegrini, Joaquín y en general todo rastro del jequeproyecto del Málaga (incluido el puerto deportivo). Deportivo, Zaragoza, Mallorca y sus fenomenales dirigentes (fijo que fueron al Máster de la Fundación del Valencia). Alex Ferguson y sus chicles. David Beckham y sus anuncios (aunque algo me dice que esto no lo perderemos del todo).
Ah, y San Mamés. Poca cosa.

viernes, 22 de marzo de 2013

Etaeta en el paraíso

Por snedecor
Corría el mes de abril de 1789. Después de una larga travesía a lo largo de medio mundo y de permanecer cinco meses atrapados en el lugar más parecido al paraíso en la tierra esperando a que un puñado de árboles dieran su fruto, los tripulantes del HMS Bounty levaban anclas rumbo a casa. Unos pocos días más tarde, el segundo oficial Fletcher Christian y algo más de la mitad de la tripulación se levantaban contra su estricto capitán y, tras enviar a William Bligh y a varios de sus leales a lo que creían una muerte segura a bordo de un precario bote salvavidas, decidían regresar a las acogedoras aguas (y tierras, y mujeres) de Tahití. El retorno al Edén, sin embargo, se convirtió en realidad en una cobarde huida de la Royal Navy y de los indígenas polinesios que acabó con los amotinados supervivientes en Pitcairn, un deshabitado peñasco mal cartografiado en mitad del Pacífico en el que aún hoy moran sus descendientes, tremendamente orgullosos de un pasado que, bien mirado, no resulta demasiado edificante.

Corría el mes de junio de 2012. Privada de sus mejores hombres, bajo el sofocante calor reinante en el estadio (por llamarlo de alguna manera) Lawson Tama de Honiara, un modesto campo situado en una caldera natural de verdes laderas en la tristemente célebre isla de Guadalcanal (Islas Salomón), la selección neozelandesa de fútbol caía derrotada ante Nueva Caledonia en las semifinales del Campeonato de Oceanía, y Tahití aprovechaba el regalo para conseguir el primer título continental de su historia. Un logro sin precedentes que debía iniciar una etapa de éxitos para el equipo polinesio pero que, como el fallido retorno de Christian, ha desembocado en un triste peregrinar sin rumbo definido: a eso de las siete de la mañana del sábado, hora de aquí (allí todavía serán las ocho de la tarde del viernes), la selección nacional de Tahití saltará al césped del Stade Pater, en Papeete, para disputar un intrascendente encuentro de clasificación para el Mundial 2014 frente a Islas Salomón. Ante un rival que sólo ha convocado a 13 jugadores para ahorrar gastos, los tahitianos buscarán al menos marcar su primer gol en esta última fase eliminatoria en la que, tras cuatro derrotas en otros tantos partidos (y 11 goles en contra), ya no luchan más que por evitar una deshonrosa última posición.

Tahití concluirá su frustrante camino premundialista en Nueva Caledonia el próximo martes, y luego a su seleccionador Eddy Etaeta le tocará pensar seriamente en qué demonios hacer para que España, Uruguay y Nigeria no masacren su portería en la próxima Copa Confederaciones.  En enero, cuando concedió una entrevista a la página web de la FIFA, Etaeta aún no tenía claro el planteamiento a usar en Brasil: “Les he comentado a mis jugadores que sería fantástico mantener nuestra portería imbatida durante un tiempo, aunque está claro que marcar algún gol tampoco estaría mal”, fue su sencilla e inocente respuesta. “Escapar de la Royal Navy y, si podemos, fondear en algún sitio en el que podamos escondernos”, puede que fueran las palabras de Fletcher Christian a sus acólitos cuando éstos le preguntaron por sus planes tras huir de Tahití. Christian, al menos, contaba con experimentados marineros, pero de los habituales convocados por Etaeta tan sólo su capitán, Nicolas Vallar, atisbó las mieles del fútbol profesional (se formó en el Angers y logró un ascenso a Ligue 2 con el FC Sète) antes de verse obligado a regresar a casa a los 27 para poder ganarse la vida con un trabajo de verdad.

O a Francia o a la mierda

Tan mal pinta la cosa que, de cara a su próximo (y mayúsculo) reto, Tahití deposita sus escasas esperanzas de batir las redes rivales en Marama Vahirua (primo de Pascal Vahirua, primer tahitiano en vestir de bleu), en su día joven promesa del fútbol de la metrópoli (Domenech le llevó a la sub’21 francesa) pero que hoy, a punto de cumplir 33 años, se daría con un canto en los dientes si alcanza la internacionalidad absoluta con la débil selección de la exótica isla que le vio nacer. Entre trámites burocráticos y prohibiciones de su club Marama Vahirua aún no ha debutado, pero el delantero que actualmente milita en el Panthrakikos griego ya ha confirmado que no dejará pasar la oportunidad de darse el gusto de jugar en el escaparate de la Confederaciones. Porque eso será para los jugadores de Tahití la cita brasileña, una oportunidad para mostrarse al mundo y, con algo de suerte y mucho empeño, salir de su isla con un contrato profesional de la cercana liga de Australia. No sueñan con más: cumplidos los veinte, el tahitiano que no haya sido reclamado por algún club francés ya sabe que lo de jugar en Europa está fuera de su alcance.

Algunos, como tres de los cuatro miembros de la familia Tehau que juegan habitualmente en la absoluta, ya han visto cómo otro de esos ansiados barcos al profesionalismo pasaba de largo sin poder abordarlo: en 2009 la selección juvenil tahitiana logró participar en el Mundial sub’20 de Egipto, dirigida por Lionel Charbonnier, tercer portero de la Francia campeona del mundo en 1998. En uno de esos inquietantes déjà vu que de vez en cuando nos ofrecen los bombos, los polinesios quedaron encuadrados en un grupo en el que, al igual que en la Confederaciones de este año, también estaban España, Nigeria y una selección sudamericana (en ese caso Venezuela). Aquella expedición tahitiana a Egipto, como la del Bounty, fue un desastre: tres derrotas, 0 goles a favor y 21 tantos encajados. Nadie consiguió un billete al profesionalismo y Charbonnier fue pasado por la quilla por el entonces presidente de la federación Reynald Temarii, que un año más tarde sería suspendido por la FIFA en el escándalo previo a la elección de las sedes de los mundiales de 2018 y 2022.

Hoy muchos de esos chavales que visitaron las pirámides ya forman parte de la selección absoluta, pero aquella experiencia sólo les sirvió para ser aún más conscientes de la abismal distancia que les separaba de las grandes potencias futbolísticas mundiales. Distancia que, pese al campeonato de Oceanía conquistado el año pasado, parece que no han logrado recortar demasiado. Ante este panorama, la Federación Tahitiana, que ultima los preparativos para el Mundial de fútbol playa que organizará en septiembre, ha hecho un esfuerzo económico extra (nada desdeñable, a tenor del elevado coste de la vida en los territorios franceses de ultramar) para que sus jugadores se dediquen en exclusiva al fútbol durante los próximos meses: del 1 de abril al 27 de mayo los preseleccionados se entrenarán diariamente en doble sesión antes de partir rumbo a Chile y Brasil para completar su puesta a punto. Pese a la conocida (y entendible) morriña que suelen acusar los polinesios fuera de su fenua, es de esperar que nadie se amotine durante el viaje, ni siquiera aunque en estos meses de entrenamientos intensivos Etaeta se nos revele más duro que el capitán Bligh. Al fin y al cabo, para esta tripulación que ya vive en el paraíso el verdadero jardín del Edén se llama Maracaná.

miércoles, 30 de enero de 2013

¿Y tú, de quién eres?

Por snedecor
Corría el año 1805 cuando, por mandato del presidente Thomas Jefferson, la expedición de Meriwether Lewis y William Clark cruzó las Rocosas, llegó a la costa noroeste del Pacífico y reclamó para los recién creados Estados Unidos de América unos territorios por los que pronto pugnaron también España (su primer descubridor) y Reino Unido (su primer explotador). No es cuestión de profundizar en una disputa decimonónica de la que, para no romper con las costumbres de la época, salimos perdiendo; digamos simplemente que con el correr del siglo una parte acabó siendo para Estados Unidos y otra para los hijos de la Gran Bretaña, que luego dejarían bajo administración de Canadá. En lo que a España respecta, una vez perdida la soleada California, pues para qué volver por allí.

El caso es que entre los pioneros que acabaron habitando esa zona se desarrolló cierto sentimiento identitario que se plasmó a finales del siglo XIX y principios del XX en varios movimientos políticos e incluso revolucionarios (en 1940 algunos grupos armados llegaron a cobrar peajes en las autopistas interestatales) que pretendían la independencia para un territorio que dieron en llamar Cascadia por los numerosos saltos de agua que salpican los verdes bosques que se extienden desde las estribaciones de las Rocosas hasta la costa del Pacífico, en los actuales estados de Oregón, Washington y la Columbia Británica canadiense. Un nacionalismo light que ha acabado derivando en poco más que una cuestión de orgullosa diferenciación sociocultural con respecto al resto de Estados Unidos y Canadá que de vez en cuando se hace notar, como cuando algún estado de la zona legaliza el consumo de marihuana. Aunque hay quien insiste en que el movimiento secesionista sigue latente, lo cierto es que nadie pide en voz alta la independencia real de Cascadia, aunque en Cascadia sí que alzan la voz cuando algo que llega de la lejana costa atlántica no les gusta.

Esta vez quienes han puesto el grito en el cielo han sido los aficionados al soccer, y no para celebrar un gol: más bien ha sido para evitar que se lo colaran. Quizás por aquello de la diferenciación con el resto de compatriotas, en la zona del conflicto sí hay una gran base de seguidores del balompié; seguidores que, dicho sea de paso, se sienten algo marginados por los rectores del soccer patrio. Pese a la numerosa afición existente la MLS tardó trece largos años en desembarcar en la costa noroeste (más que nada porque nadie en aquel remoto rincón parecía por la labor de poner la pasta necesaria) pero, cuando lo hizo, fue a por todas: Seattle Sounders comenzó a competir en 2009, y Portland Timbers y Vancouver Whitecaps hicieron lo propio en 2011. La apuesta de la MLS fue a caballo ganador y las tres hinchadas, enconadas rivales desde los tiempos de la NASL y encantadas de reencontrarse en la máxima categoría tras demasiados años vagando por ligas menores, le dieron aún más pasión y colorido a unas gradas más acostumbradas a ser un tranquilo merendero familiar que un ruidoso nido de fanáticos futboleros.

El nacimiento de la Cascadia Cup

Desde sus inicios la MLS ha tratado de promover rivalidades más o menos artificiales entre sus franquicias para atraer al público, y uno de los medios para conseguirlo son trofeos paralelos que se otorgan en función de los enfrentamientos ligueros de los equipos que interesa “enemistar”. Algunos de ellos los crea directamente la Liga y otros surgen espontáneamente entre los aficionados, como la Rocky Mountain Cup (entre Colorado Rapids y Real Salt Lake). Con su expansión hacia el noroeste la Liga se topó con un pique real y ya organizado: desde 2004, el equipo que más puntos sumara en el triple enfrentamiento entre Sounders, Timbers y Whitecaps en la división en la que compitieran conseguía la Cascadia Cup, un torneo ideado por miembros de las tres aficiones (que incluso habían costeado el trofeo físico que se entrega al ganador), así que la MLS se congratuló de encontrarse con el trabajo hecho.

Pero tras dos exitosos años bajo el paraguas de la MLS, alguien en la sede de la liga en Nueva York revisó sus papeles y descubrió que el nombre de “Cascadia Cup” no estaba registrado comercialmente ni en Estados Unidos ni en Canadá, e inició el proceso para poner las cosas en orden (y por “poner en orden” debe entenderse “registrarlo como propiedad de la MLS sin decírselo a nadie”). Nada nuevo, porque ya en mayo de 2012 se había apropiado sin demasiado ruido de la Rocky Mountain Cup para sacarle unas perras a Subaru por el patrocinio. Pero si bien en Colorado y Utah la gente no se había quejado demasiado, al otro lado de la cordillera se desató la tormenta: los aficionados de Cascadia se consideran (mejor dicho, son) los creadores del trofeo y han sido ninguneados y obviados por la MLS, así que se han unido en un acto sin precedentes para iniciar otro proceso de registro por su cuenta. El conflicto está servido porque, aunque la Oficina de Marcas y Patentes de los Estados Unidos sólo permite registrar la marca al creador del concepto, su uso por parte de la MLS durante estos años sin que los aficionados lo reclamaran confiere también ciertos derechos a la Liga y no está del todo claro quién llevaría las de ganar. Situación que, obviamente, se repite ante la Oficina de Propiedad Intelectual de Canadá.

Viendo cómo las reacciones van subiendo de tono e intensidad, la MLS se ha apresurado a decir que sólo actúa para proteger a los aficionados de hipotéticos piratas, y achaca el conflicto a una mala comunicación de sus intenciones. Aceptaríamos barco de no ser por el precedente de la Subaru Rocky Mountain Cup y porque se muestra decidida a presentar batalla para poder explotar comercialmente la Cascadia Cup sin interferencias: ya ha dejado caer que si los hinchas se hacen con la marca registrada no permitiría asociar a ella los demás elementos propiedad de la MLS (por ejemplo, imágenes o los nombres reales de los equipos). Los cascadianos, que niegan tener interés comercial alguno, critican que la MLS haya querido hacer negocio a sus espaldas con algo que les pertenece y apelan a su orgullo regional para resistir las afrentas de los advenedizos de la costa Este. De aquí a plantarse otra vez en las autopistas sólo hay un paso.

martes, 15 de enero de 2013

El invierno del fútbol

Por snedecor
Pasan las Navidades y sus diferentes personajes cargados de regalos, y otro año más el único que de verdad sale ganando de todo este batiburrillo de envoltorios rasgados, digestiones pesadas y borracheras socialmente aceptadas es el ínclito Ken Follet. Su último engendro, El invierno del mundo, copa, Grey aparte, las listas de tochos más vendidos (y regalados), para desgracia de la Amazonia (la real, no la virtual) y júbilo de sus editores. 

Por suerte, esta vez a nadie se le ha ocurrido obsequiarme con tan magna obra. No quieran ver en estas líneas una crítica al canoso escritor galés; simplemente he llegado al límite de mi aguante, cansado de historias entrecruzadas, de guerras y viajes iniciáticos, de juegos de poder y romances imposibles entre personajes pretendidamente interesantes que, a pesar de su humilde origen, acaban siempre cruzándose con los grandes nombres de la Historia. Sí, estoy harto de la literatura como producto de consumo de masas, pero no por ello dejo de presentar mis respetos a quien, como Follet, consigue fabricar un best seller tras otro con la precisión de un maestro relojero suizo. Quienes no somos capaces de escribir ni una mísera cuartilla en seis meses no estamos en condiciones de criticar a nadie.

Viene todo esto a cuento de que el título de su último libro ha resultado inspirador, al menos para mí. El invierno del mundo, el invierno del fútbol, el fútbol en invierno. Ya pocos se obcecan en no reconocer a Messi como el mejor del mundo hasta que no haya jugado en una noche de invierno en Stoke. No creo que una gélida noche de Zaragoza o Valladolid tenga mucho que envidiar a una velada a orillas del Trent, pero sí es verdad que, si el argentino jugara en Inglaterra, tendría más posibilidades de exhibirse al relente, aunque sólo sea por una simple cuestión de calendario. Mientras en España el balón para por convenio, en la cuna de los movimientos sindicales los profesionales del asunto hace tiempo que entendieron (o les hicieron entender) que ellos no son simples proletarios, sino artistas y entretenedores que, como dicta su naturaleza, se deben al público que les paga. Así que el invierno (y las fiestas navideñas) se reciben con Boxing Day, jornada de año nuevo y, para rematar, ronda de FA Cup con los grandes en el bombo; aquí para poder librar el 23 de diciembre hubo que descabalgar, una vez más, una ronda de Copa del Rey.

Pero además de por el parón sindical, el invierno del fútbol en España viene indefectiblemente marcado por la placa de hielo del estadio de Los Pajaritos: tras el solsticio las sombras se tornan perpetuas en el fondo sur del campo soriano y sobre el sufrido verde aparece una banquisa de veinte metros de largo que abarca todo el ancho del terreno de juego, cubriendo con su resbaladiza superficie todo un área que se convierte en escenario de pifias, patinazos y carambolas varias que, como los libros de Ken Follet, acuden fieles a su cita en cuanto se agota el eco de los cantos de los niños de San Ildefonso. No hay aluminio, goma o multitaco capaz de domeñar al coloso blanco: balones, futbolistas e incluso árbitros imprudentes quedan a merced de los caprichos de la traicionera placa, tan fiel a su abono de media temporada como el más irreductible de los numantinos. El pasado domingo apareció tímidamente para el encuentro ante Las Palmas y, causalidad o no, en esa portería entraron los tres goles del cuadro local; es de esperar que en estas dos semanas sin partidos en casa haya terminado su puesta a punto y la escarcha permanezca en su sitio hasta bien entrada la primavera.

Mientras tanto, el sufrido público soriano se dispone a afrontar estoicamente y con castellana entereza los rigores de la estación, sabedor de que este año no sólo tiritarán las gradas: por primera vez en siete temporadas, el C.D. Numancia cerró el ejercicio con pérdidas. A base de descartes y de jóvenes promesas que en realidad no prometen (ni piden) demasiado, el club había conseguido ser un oasis de buen hacer en el seno de una Liga que de Profesional, al menos en los despachos, parece que tiene sólo el nombre. Pero al final ni el férreo control presupuestario que siempre ha caracterizado la larga y fructífera etapa de Francisco Rubio al frente de la entidad rojilla ha resistido a los embates de la crisis. Nada verdaderamente preocupante, apenas 140.000 euros, pero una señal más para alarmarse. ¿Cuánto más durará este invierno? Ni Follet lo sabe. Que San Saturio nos ampare.

lunes, 9 de julio de 2012

Los damnificados de España


Por Halftown

Capdevila
El último en unirse a esta lista. El lateral catalán, titularísimo en la Euro 2008 y en el Mundial 2010, decidió el pasado verano irse a ganar pasta al Benfica. La cosa empezó a torcerse cuando el 1 de septiembre el club anunció que Capdevila no formaba parte de la lista del equipo portugués para jugar la Champions League. En Da Luz, el enésimo brasileño llamado Emerson le quitó el sitio hasta el punto de que Capdevila acabó la temporada con doce partidos en las botas. Hoy los aficionados se preguntan si había vida antes de Jordi Alba.

Senna
Marcos Senna fue, para muchos, el mejor jugador de España en la Euro 2008. Senna llegó al campeonato como el jugador más veterano del equipo, y se pasó el torneo cubriendo las espaldas de Xavi y compañía, cuando Xabi Alonso lijaba los asientos de Austria y Viena y el doble pivote aún no era el enésimo cisma nacional.
Hoy, mucha gente mete a este campeón de Europa en el mismo lote que a futbolistas irrelevantes con la selección como Donato o Catanha.

Cazorla
¿Cazorla? Se preguntará más de un lector. Pues sí, Cazorla. Convocado por primera vez para la selección en la lista de Luis para la Euro 2008, el otro asturiano de la Roja llegó a jugar cinco partidos en Austria y Suiza. Sin embargo, como su compañero en Villarreal Senna, se quedó fuera de la lista de Del Bosque para la Copa del Mundo en Sudáfrica (aunque sí estuvo en aquella miserable Copa de Confederaciones).
Un tío que ha ganado dos eurocopas y se ha quedado sin Mundial entre ambas, merece un sitio en esta lista. Porque, de pequeño, nadie sueña con ganar un campeonato de Europa.

Tamudo
Los expertos dicen que sólo 20.000 espectadores vieron el nacimiento de la España actual. Aquel 13 de octubre de 2007, Dinamarca y España se jugaban la clasificación para la Eurocopa 2008. En el equipo danés, los clásicos de siempre: Sorensen, Poulsen, Tomasson, Gronkjaër. En el español, los que hoy ya son clásicos: Casillas, Ramos, Xavi, Iniesta. Sólo que en punta no estaba ni Villa ni Torres, sino Raúl Tamudo, que marcó el primer gol de aquel 1-3. Sería su último gol con España. Mientras sus compañeros de aquella noche danesa levantaban la tercera copa consecutiva, Tamudo era presentado con el Pachuca mexicano que entrena Hugo Sánchez. Quién sabe, quizá éste se lo lleve al Madrid cuando por fin le llamen para sustituir a Mourinho.

Sergio García
Vamos a decirlo: nadie entiende muy bien qué pintaba Sergio García en la convocatoria de Luis Aragonés para la Euro 2008. Un jugador anodino, de esos que sólo una temporada ha marcado más de diez goles, al Portillo de Barcelona hay que reconocerle el mérito de haber hecho carrera en Primera. Afortunadamente, Sergio García y su coleta no llegaron a jugar un minuto de rojo en toda la Euro. Ni nunca más.

Raúl
Con él España perdía. Sin él España gana. Información, no opinión.

Joaquín
Cuando llegó Luis, su primera idea fue jugar con extremos sevillanos: Reyes por la izquierda, Joaquín por la derecha. Hoy, otro extremo sevillano, Navas, hace las veces de desatasca bandas cuando Del Bosque lo considera oportuno. “La finta y el esprín”, como anunciaba a Joaquín la megafonía del Villamarín, no ha vuelto a jugar un partido con España desde 2007. Ni falta que hace.

Albelda
David Albelda era la clave de bóveda de aquella parida monumental que Luis Aragonés llamó el “pasillo de seguridad” de España. Suyo era el puesto de escudero de los Xavi, Iniesta y Silva… hasta que Ronald Koeman llegó a Valencia. El holandés, no se sabe muy bien por qué, apartó del equipo a los veteranos Cañizares, Angulo y Albelda, que se acabó cayendo de la lista de Luis a base de no jugar. Angulo emigró a Portugal. Cañizares decidió cambiar la portería por el plató de televisión e Instagram. Koeman se fue con una Copa del Rey bajo el brazo. Y Albelda siguió jugando, pero nunca más de rojo.

domingo, 3 de junio de 2012

Season finale II


Por snedecor
1.- Acaba la temporada en la que por fin el Chelsea ganó una Copa de Europa, con doble maracanazo incluido y teniendo que llegar hasta ese mismo instante, el quinto penalti, en el que la gloria decidió serle esquiva a su anterior versión, más rica, más brillante y mucho más repelente. Porque no debe ser casualidad que este Chelsea al que otrora tanto odiamos se haya reconciliado con los dioses del fútbol precisamente el año en el que olvidó su billonaria arrogancia para mostrarnos su cara más humana. El suyo ha sido el triunfo del fútbol áspero y efectivo, el triunfo de un vestuario con el colmillo retorcido, devorador de entrenadores, feo, viejo y un poco cabrón. Como tiene que ser un campeón de Europa, al menos de vez en cuando y por higiene mental.

2.- Tras ganar su primera liga en cuatro años, doblegar al considerado mejor equipo del mundo, alcanzar la mítica cifra de 100 puntos, romper todos los récords goleadores de la Liga y conseguir que el público del Bernabéu volviera a experimentar las sensaciones de verse a un paso de la Champions, después de todo eso e incluso de algún rato de buen fútbol, de manera increíble y en lo que sin ninguna duda es todo un tiro en el pie que ríete tú del de Froilán, el Real Madrid ha renovado a José Mourinho hasta 2016. Incomprensible y seguramente nefasta decisión que supone dar continuidad a un modelo y un estilo bien definidos, ese tipo de cosas que nunca hacen los clubes con valores y señorío. Ellos sabrán.

3.- Descensos de submarinos y remontadas mañas aparte, una de las historias de la temporada ha sido la del Levante, que pasó de claro candidato al descenso a saborear las mieles de la Champions para acabar metido en la Europa League, demostrando que los viejos rockeros nunca mueren (supongo que esa inmortalidad no es tan difícil de conseguir si tu entrenador se llama JIM). Y dentro de esa historia, dos más: la milagrosa conversión mediática de Ballesteros, cuya imagen pública pasó de brutal carnicero a admirable profesional a imitar, y el culebrón de los casi-dieciocho goles de Koné. Al final, todos contentos: el marfileño queda libre del Sevilla, fichará por el Euro-Levante y presumiblemente será facturado a buen precio por el club granota, como ya pasó con Caicedo el año anterior. Los representantes de todos los delanteros negros de capa caída ya están llamando a las puertas del Ciutat.

4.- Después de cuatro años encabezando las listas de éxitos, parece que Pep Guardiola se ha cansado de la industria y deja el grupo con más aceptación de crítica y público de los últimos tiempos para irse a un retiro espiritual: como toda megaestrella que se precie, era eso o la muerte por sobredosis de tiquitaca. En espera de su regreso, de momento el Barça ha perdido el número uno y ahora la incógnita más inmediata es saber cómo reaccionará la gent blaugrana a este cambio de vocalista. Porque sí, suponemos que con Tito al mando el estilo será el mismo pero, aunque se quiera, la banda no sonará igual (como le pasó a La Oreja de Van… bueno, ese quizá no sea el mejor ejemplo). Si además Justin Bielsa también toma las de Villadiego, suena Míchel (y su elegancia de crooner) como nuevo dios del universo fan.

5.- También se nos fue antes de tiempo (o demasiado tarde, según a quién le preguntes) uno de los trencillas más conocidos de nuestra liga, y lo hizo como sólo él podía hacerlo: envuelto en una absurda polémica sobre un parte médico de incapacidad temporal que nunca existió (el parte, no la incapacidad). Lo que se dice irse a lo grande. El entrañable Iturralde González nos dejó además dos imágenes para el recuerdo. La última fue la de su sufrimiento en las gradas del Estadio Nacional de Bucarest, embutido (más que enfundado) en una camiseta del Athletic y demostrando que un árbitro también puede amar al equipo de su tierra… como bien decía Quique Pina precisamente esa misma semana. La otra imagen, la que pocos recuerdan, la compartió él mismo durante su tan inolvidable como breve experiencia tuitera: el día antes de pitar el decisivo Irlanda-Armenia de clasificación para la Euro no dudó en hacerse una foto junto a un cartel que rezaba “Please keep off playing surface” (manténgase alejado de la superficie de juego). Cuánto significado contenido en una sola instantánea. Se te echará de menos, Eduardo. O igual no. No, creo que no.

sábado, 2 de junio de 2012

Cinderella Team

Por snedecor
Aún no ha llegado a la final como el Quevilly, ni siquiera a semifinales como nuestro Mirandés, pero en un año en el que los modestos parecen haberse puesto de acuerdo para llevarse todos los focos en las copas de medio mundo, la industria americana ha decidido lanzar su propio remake y se ha sacado de la manga a su Cenicienta particular: el Cal FC. Cierto es que su nombre y su escudo (un diminuto balón es el único detalle añadido a la bandera oficial del estado de California) quedan un poco sosos si los comparamos con los de otros modestos que también se han plantado en los octavos de final de la copa estadounidense (como por ejemplo los San Antonio Scorpions o los Dayton Dutch Lions), pero ya se sabe que los remakes yanquis suelen cojear por algún sitio.

La historia del Cal FC es la de un equipo aficionado fundado en 2010 que milita en la US Adult Soccer Association (USASA), un conglomerado de torneos locales y estatales que forman parte del quinto y último escalón (o el primero, según se mire) del complejo sistema del soccer federado americano: poco más que una Sunday League inglesa, algo menos que una Tercera española. Pero pese a su humilde realidad, sin traje ni chándal oficial y jugando con camisetas viejas prestadas por los Chicago Fire hasta hace literalmente cuatro días, el Cal FC se ha metido en octavos de final de la US Open Cup, el torneo futbolístico más antiguo de Estados Unidos (la de 2012 es su edición número 99), tras derrotar a los Kitsap Pumas campeones de la PDL (cuarta división) por 1-3, a los Wilmington Hammerheads subcampeones de la USL Pro (tercera categoría) por 0-4 y a los Portland Timbers de la MLS (primera división de Estados Unidos) por 0-1.

En octavos el Cal FC viajará Seattle para enfrentarse a unos Sounders que han ganado las tres últimas ediciones del torneo y que teóricamente deberían poner punto final al cuento de hadas. Aunque en la copa nunca se sabe, y en América menos todavía: este año la mitad de los equipos de la MLS han caído eliminados en dieciseisavos, la primera ronda en la que participaban, y todos ante equipos de divisiones inferiores. Eso sí: el triunfo del Cal FC el pasado miércoles en Portland supuso la segunda victoria en 16 años de un equipo aficionado frente a uno de la MLS, y eso es lo que ya convierte en noticia las andanzas de este modesto club, que ha superado las tres rondas fuera de casa (matiz importante aunque en USA la incomodidad de jugar a domicilio no la genere el público rival sino los interminables desplazamientos) con la garra y épica que se le presuponen a este tipo de conjuntos, pero también con largos ratos de buen juego.

Algo que se entiende algo mejor en cuanto se araña un poco la superficie de la historia: pese a su condición de equipo amateur, los héroes del Cal FC no son colegas treintañeros de Thousand Oaks (condado de Ventura, cerca de Los Ángeles, al sur de California) que se juntan por las tardes para echar una pachanga. En su mayoría se trata de viejas jóvenes promesas de la zona (el más veterano tiene 26 años) que en su día no tuvieron la ocasión de llamar a puertas más importantes, o que lo hicieron y fracasaron en su intento de ganarse la vida con el fútbol. Algunos fueron descubiertos por el entrenador del Cal FC mientras buscaba talentos para otro singular club del sur de la frontera del que ya hablamos en FNF, los Murciélagos de Guamúchil, pero en la plantilla también hay antiguos internacionales juveniles y hasta algún extranjero que llegó a Estados Unidos para jugar en la MLS y que acabó siendo cortado por la franquicia que le fichó basándose sólo en los informes de algún ojeador iluminado.

Un entrenador por Facebook

Ahora todos ellos esperan que su trayectoria en esta US Open Cup les ayude a encontrar una nueva oportunidad en el soccer profesional: ése y no otro es el objetivo real del Cal FC toda vez que en EE.UU. no existen ascensos deportivos. Como dice su entrenador, “si en el mes de agosto aún están jugando para mí es que algo habré hecho mal”. Un entrenador que ni siquiera puede dedicarse por completo a ellos, puesto que sus obligaciones laborales le hacen perderse muchos fines de semana de competición. De hecho no pudo estar en el banquillo en la primera ronda copera, empezó a preparar la segunda desde Alemania dando indicaciones a través de Facebook y antes del partido contra los Timbers sólo pudo juntar a sus chicos para un único entrenamiento. Para qué más, visto el resultado.

Pero para él este equipo y esta copa también han sido una especie de revancha: hace tres años dos franquicias de la MLS rechazaron su ofrecimiento para entrenarlas porque no tenía experiencia ni siquiera como técnico ayudante. “No sabía que se necesitara haber sido ayudante de alguien para poder entrenar a un equipo”, respondió, fiel a su estilo franco y provocador. Ante ese doble portazo en las narices, y haciendo gala del típico espíritu emprendedor americano, el tipo tiró por la calle de en medio y fundó su propio equipo, el Cal FC, para demostrar al mundo sus cualidades. Con un par.

Valiente y sintomática decisión de un hombre con merecida fama de bocazas arrogante y que nunca ha mostrado excesiva consideración por los técnicos, ni siquiera ahora que ya es uno de ellos: “Les dije a los chicos que si cambiar la forma en la que juegan es ser entrenador, no quería ese trabajo; fueron ellos mismos y ELLOS ganaron”, tuiteó (mayúsculas incluidas) para restarse importancia tras la histórica victoria en Portland. Su fijación viene de lejos: en los círculos futboleros de la bahía de San Francisco aún se recuerda aquella avioneta que sobrevolaba durante los partidos el estadio de San Jose con una pancarta a lo Ruiz Mateos que decía “Fire Calloway” (echad a Calloway). Por aquel entonces el inglés Laurie Calloway era el entrenador de los Earthquakes, que aún se llamaban Clash (muchas cosas han cambiado desde 1997), y el que alquilaba la avioneta era… uno de sus propios jugadores.

Puntualicemos. El que alquilaba la avioneta era el más mediático de sus jugadores. El más mediático y, probablemente, el mejor de los jugadores estadounidenses de la época: Eric Wynalda. El mismo Eric Wynalda que después de varios años granjeándose una polémica imagen de fantoche tras los micrófonos fundó el Cal FC para darse a sí mismo una oportunidad como entrenador que nadie más le ofrecía y que está aprovechando a las mil maravillas, aunque sólo baje a la banda cuando sus compromisos como comentarista televisivo se lo permiten. Eric Wynalda; la estrella mediática que, en definitiva, justifica que hablemos de este remake hollywoodiense de la Cenicienta.

martes, 22 de mayo de 2012

Locos por las (pre) selecciones




Por snedecor
“Una lista de 23 jugadores debe estar en posesión de la administración de la UEFA al menos diez días antes del partido inaugural de la fase final. Tres de esos 23 jugadores deberán ser porteros” (Artículo 17.04 del Reglamento de la Euro2012).

Y ya está. La UEFA lo deja bien claro en su reglamento: le basta con que le digan quién va a jugar la Eurocopa 10 días antes de que empiece. Ni listas previas ni relaciones de reservas, nada: si alguno de esos 23 futbolistas se lesionara de gravedad antes del debut de su selección no hay ningún tipo de restricción para elegir a su sustituto. Podrías tenerlo encerrado en un bunker o tener que ir a buscarlo a la isla tropical donde estuviera pasando sus vacaciones, que a la UEFA le da igual: con que pase el reconocimiento médico le sobra. Puestos a elegir, los seleccionadores prefieren tener a los hipotéticos recambios en su bunker (cosa entendible, vale), pero óiganme, señores seleccionadores nacionales: si la UEFA sólo les exige presentar la lista definitiva de convocados, no nos vuelvan locos. Por favor se lo pido.

Suecia, Irlanda, Portugal e Inglaterra decidieron hacernos un favor a todos y han anunciado directamente a sus 23 elegidos, aunque tras oír su comentario sobre Pirlo y Ambrosini y ver que en su lista están Terry, Downing, Carroll y un portero de segunda no nos queda muy claro si Roy Hodgson sabe realmente a quién ha llamado. Luego cada maestrillo tiene su librillo y después de una temporada larga e intensa es normal que los técnicos tengan alguna duda, que quieran ver más de cerca en qué estado llegan algunos futbolistas o que les apetezca dar un premio a algún chaval que despunte, así que preselecciones de 26 o 27 jugadores como las de Alemania, Rusia o Croacia tienen un pase. Aceptamos barco como animal acuático. Pero lo que está ocurriendo en estas primeras semanas de mayo con el resto de selecciones es un auténtico sindiós.

Prandelli ha llamdo nada menos que a 32 futbolistas para la azzurra (incluyendo también a alguno de segunda) y Van Marwijk dio el nombre de 36 holandeses para dejarlos en 27 apenas una semana después y sin entrenamientos de por medio. A eso lo llamo yo tener las ideas claras. En el otro extremo están Francia y Grecia, que primero anunciaron sólo los convocados que no juegan en sus respectivas ligas nacionales: apenas una docena por barba. ¿Para qué hacer públicas unas listas así? Ni ellos lo saben. También se me escapan las razones por las que Dinamarca sólo citó de entrada a 20 de los 23 hombres que estarán en la Eurocopa. Igual, recordando el título del 92, quisieron esperar a que los demás estuvieran de vacaciones para convocarlos, pero ¿qué les costaría haber dado la lista completa (o una preselección mayor, si Olsen tenía dudas) de una sola vez? Misterios insondables de la humanidad. Por el contrario, el seleccionador checo me parece un tipo razonable: únicamente tiene que descartar a uno de los cuatro porteros presentes en su preselección de 24 jugadores. Así sí.

Más allá de los típicos problemas con las infraestructuras, los abusivos precios de los hoteles, las pintorescas protestas de FEMEN y los amagos de boicot político de la UE, parece que en los países anfitriones no quieren sorpresas: Ucrania y Polonia han convocado a 26 jugadores cada una, pero es que además otros 8 ucranianos y 7 polacos permanecerán oficialmente en la reserva mientras Blokhin y Smuda deciden qué tres futbolistas de sus respectivas listas “A” se quedan fuera. Estos suplentes de los suplentes ni siquiera estarán en las concentraciones previas de sus selecciones: han recibido la orden de mantenerse en forma por su cuenta (y con el móvil encendido y con cobertura, imagino), por si acaso tienen que llamarlos. Cosa muy poco probable, pues una plaga de lesiones como la que necesitarían para tener una oportunidad sólo la ha sufrido el equipo de béisbol que montó el señor Burns (bueno, y el Arsenal casi todos los años).

Y luego, por supuesto, está el caso español: 21 convocados para dos amistosos que deberían ser de preparación pero que sólo serán de recaudación, ya que la mitad de esos futbolistas no estarán en la lista definitiva que sí incluirá a los jugadores de Barça, Athletic y Chelsea (salvo sorpresa, entre 9 y 12 jugadores de los 23 saldrán de esos 3 clubes). Al menos nos queda el consuelo (?) de saber que lo nuestro no es precisamente un capricho de seleccionador. Vaya desde aquí nuestro más afectuoso saludo a don Ángel María y resto de responsables.

jueves, 17 de mayo de 2012

Titanic II y el cisma del soccer aussie


Por snedecor
En esta vida hay dos tipos de millonarios: los discretos y los que molan. Y Clive Frederick Palmer, de 58 años, el hombre más rico del estado de Queensland y quinta fortuna de Australia, es de los que molan (al menos si no se cruza en tu camino). Un hombre hecho a sí mismo, de los que dejan la Universidad antes de graduarse viendo que donde de verdad se gana dinero es fuera de ella (por ejemplo en el mercado inmobiliario), y que no deja ningún palo sin tocar: del ladrillo se pasó a la minería, donde multiplicó su fortuna, y con las ganancias metió la cabeza en política (amén de relacionarse con las más altas esferas australianas presume de haber entablado amistad con Ted Kennedy y Mijail Gorbachov).

Palmer también es uno de esos excéntricos magnates acostumbrados a dar jugosos titulares: recientemente afirmó que Greenpeace es un instrumento de la CIA para boicotear los intereses económicos de los rivales de Estados Unidos, y hace un par de semanas saltaba a los periódicos de todo el mundo gracias a su último proyecto, construir una réplica del Titanic que sea capaz de mantenerse a flote durante más de un viaje (más que nada, por aquello de hacerlo rentable). Sí, Amancio Ortega será más rico, pero es infinitamente más aburrido.

Aunque el promotor se ha cuidado mucho de dar cifras, se dice que el nuevo barco (que estaría listo para 2016) costaría unos 3.000 millones de dólares, y eso a pesar de que se fabricará en los teóricamente baratos astilleros chinos de Nanjing. Siempre, claro está, que se firme el contrato, cosa que de momento parece que aún no se ha hecho. Minucias. Palmer lleva tiempo convencido de que el futuro (al menos el suyo) pasa por el gigante asiático: sus empresas mineras firmaron en la pasada década billonarios acuerdos con sociedades estatales chinas para que éstas puedan extraer materiales del rico subsuelo australiano. Y dentro de su estrategia de acercamiento a China, el fútbol fue otro puente.

Libertad de expresión

Con la entrada de Australia en la Confederación Asiática (AFC) en 2006, Clive Palmer vio abierta una magnífica vía de promoción en todo el continente y en 2008 adquirió una franquicia en la liga australiana, fundando el Gold Coast United con la esperanza (imagino) de que la participación en torneos continentales y los contactos surgidos alrededor de la AFC le ayudaran a forjar alianzas estratégicas para sus empresas. Desconocemos si logró esos objetivos; lo que sí sabemos es que la A-League, una competición ideada al estilo empresarial de la MLS estadounidense, no ha acabado de despegar en el país de los canguros, y que un personaje como Palmer no iba a quedarse de brazos cruzados viendo cómo eran otros los que manejaban (mal, bajo su punto de vista) un cotarro que a él le costaba sus buenos dineros.

Desde el primer día la relación entre Palmer y la Federación Australiana (FFA) ha sido un constante tira y afloja por el poder y la gestión económica de la A-League, hasta que la cosa pasó de simples encontronazos (resueltos a base de multas) a las descalificaciones personales. Entonces la FFA cortó por lo sano y a finales de febrero, con la liga en su tramo final, decidió revocar la licencia del Gold Coast United después de que el equipo se presentara a un partido con el lema “libertad de expresión” impreso en sus camisetas y en todas las vallas del estadio. Pero si los dirigentes de la federación pensaban que así acabarían con el problema, se equivocaron. Porque Palmer no tardó ni dos minutos (y no es una frase hecha) en anunciar la creación de un nuevo organismo futbolístico paralelo a la Federación para defender los verdaderos intereses del soccer australiano (según los entiende Clive Palmer, claro). De paso, siguió acusando a los directivos de la FFA de ser unos ineptos dictadores incapaces de organizar un torneo rentable.

En un primer momento los tribunales australianos ratificaron la decisión de la FFA porque, en su afán por reducir los costes de una inversión que ya se le antojaba ruinosa, Palmer había incumplido varias estipulaciones del contrato de franquicia. Pero él, fiel a su estilo, sigue tocando las narices. Por ejemplo, en abril cerró un acuerdo de patrocinio con uno de los equipos más conocidos (y económicamente más necesitados) de la A-League: el Adelaide United cobraría 300.000 dólares australianos por llevar en sus partidos de la Champions League asiática el emblema de “Football of Australia”, la organización creada por el magnate para competir con la Federación. Para sorpresa de la FFA, la Confederación Asiática aprobó el patrocinio pese a tratarse de una clara afrenta a uno de sus asociados, y fue necesaria una queja oficial de la Federación explicando las connotaciones políticas del logotipo para que, en el último minuto, la AFC revocara su primera decisión.

Seguramente la FFA no ha gestionado del todo bien la A-League, como también está claro que Palmer no ha tenido precisamente el éxito que esperaba con su equipito, pero el caso es que en el soccer australiano se ha abierto la caja de los truenos. Poco después de la expulsión del Gold Coast (que será sustituido por un equipo de nueva creación en Sidney, totalmente financiado por la liga), otro millonario, Nathan Tinkler, decidió renunciar a la propiedad del Newcastle Jets por discrepancias con la gestión de la FFA: al igual que Palmer, había invertido unos 20 millones de dólares en la A-League para no tener ni voz ni voto ni beneficio. Con la espantada de Tinkler la liga no sólo debía encontrar otro inversor dispuesto a comprar su franquicia para seguir teniendo 10 equipos, sino que también perdía un importante acuerdo de patrocinio con la distribuidora de bebidas propiedad de Tinkler. Y eso, cuando Fox Sports ya había dicho que no iba a pagar por los derechos televisivos de la A-League las cantidades inicialmente firmadas, basadas en unas perspectivas sobre las audiencias que se han demostrado demasiado optimistas, era casi como toparse con un iceberg en medio del Atlántico durante una oscura noche de abril.

Pero tras un mes de tensión, amenazas cruzadas de demandas y declaraciones altisonantes, la A-League ha reconducido la situación con Tinkler y éste vuelve a ser propietario de Newcastle Jets, con lo que al menos la FFA ha cerrado una de las vías de agua que se le habían abierto a su buque insignia. Mientras tanto, Clive Palmer recorre la isla-continente buscando adhesiones a su nueva organización (que ahora, para evitar represalias a quienes la apoyen, vende como una inocente mesa de diálogo para mejorar la situación del soccer en las antípodas) y acaba de demandar a la FFA por daños y perjuicios: reclama 22 millones como indemnización por la retirada de la licencia al Gold Coast United. Es más o menos lo que invirtió en la franquicia, porque Palmer no se hizo rico a fuerza de palmar pasta. Si gana, esperemos que destine al menos una parte a comprar para su Titanic más botes salvavidas de los que llevaba el original. Por si acaso.

jueves, 3 de mayo de 2012

El coto privado de ‘el Paloma’


Por Sopenilla
Dicen quienes lo vivieron que a Adolfo Suárez nunca le perdonaron su falta de pedigrí. Frente a un Garrigues-Walker como Joaquín, lo suyo no dejaba de ser una inclinación adictiva al poder. Poco importó, por tanto, que su flor en la toma de grandes decisiones rebajara a la postre esa ambición desmedida. En la España de finales de los setenta, con una democracia a cuestas recién estrenada, la figura de un self-made man a la americana resultaba demasiado hollywoodiense en comparación con el enchufismo castizo.
Nada que no se curase con el tiempo. Cuando el modelo autonómico cuajó en el trasvase de competencias, y las arcas del Estado empezaron a vaciarse, el argumento devino al fin en relato. El flujo crediticio echó a correr parejo con las recalificaciones, y los que hasta entonces no habían visto en la tierra más que una herencia baldía no tardaron en sospechar que, detrás de ese bien inmueble, se hallaba una vía de ascenso social.

Con el esfuerzo que caracteriza al cono sur europeo, bastó el salvoconducto legal de las SAD para que toda una constelación de nuevos empresarios descollase. Encabezados por el difunto Jesús Gil, y ayudados por esas tribunas que ganaron cuota televisiva a base de airear secretos de alcoba, desfilarían por los palcos de 1ª y 2ª advenedizos de todo tipo y condición. Desde un Ruiz-Mateos hasta un Ruiz de Lopera. La lista es conocida y daría para llenar un centro penitenciario. Pero, puestos a escoger, en FNF preferimos quedarnos con el último baluarte hasta la fecha de esa legión de oligarcas. Aunque para ello haya que bucear en la liga Adelante.

El racinguista Pernía colgó los hábitos para acabar subiéndose a un A8. Los orígenes de Paco Gómez, en cambio, lo sitúan yendo a por uvas con 14 años. Primero en Francia y, más tarde, en Suiza. En su retorno a la patria que le vio partir, haría las veces de encofrador. Pero la clave de que los ceros aflorasen en su cuenta corriente no la tuvo la paleta, sino esa especie de bando municipal identificado con las siglas PGOU que multiplicó por diez el valor de unos pocos metros cuadrados.

La cosecha de billetes puso los cimientos de Invercón, el holding con el que, de la mano de urbanizaciones y campos de golf, se hizo un hueco en el sector de la construcción. En cuanto ‘el Paloma’ –como es conocido– amplió su emporio al negocio que le dio su primera paga, la veda para poner coto a un club de fútbol quedó abierta. Abonó el terreno con el Orihuela, el Toledo, el Eldense e, incluso, con el Oviedo –del que aún conserva el 5% de sus acciones–, y se decantó finalmente por el Cartagena.


Proyectazo, a la espera del Villarreal

De su incursión en el entonces Cartagonova se cumple ya casi una década. Al preguntarle por los motivos de aquella decisión, suele asegurar que actuó un tanto engañado. “Como a un chino”, para ser más exactos, dando a entender que la acumulación de deudas a las que debió hacer frente tras su llegada –hasta un total de 700 millones de las antiguas pesetas– fue un acto de filantropía. Lo que está claro es que, con el tiempo, el supuesto desinterés se tornó en carta blanca para jugar con su patrimonio. Cual Briatore al mando de la escudería blanquiazul del QPR.

En España siempre hay un hombre que lo hace todo, y ese hombre en el equipo portuario ha sido, desde 2003, Paco Gómez. Bajo su presidencia, su vara de mando se ha cobrado cuatro directores deportivos. A día de hoy, él mismo realiza esa función después que David Buitrago, el último en aceptar el puesto, fuera enviado a la cola del INEM por culpa de unas cartas astrales. Antes de que otros se lleven crudo el dinero de ‘el Paloma’, mejor que lo haga una pitonisa.

Lo sucedido anteriormente con Pepe Murcia, Daniel Golpe o Miguel Montes Torrecilla, tendría su propia secuela en la configuración de las sucesivas plantillas. Ciertamente, desde que Gómez lo adquiriese, el cuadro murciano no ha parado de crecer. Pero es posible que el aura de JIM, que dejó al Efesé al borde de los play-offs de ascenso antes de acaparar flashes con el Levante, contribuyera a despistarle. Convencido de que los suyos se habían dejado llevar en el tramo final de la pasada campaña, incorporó hasta un total de 16 jugadores al comienzo de ésta.

Tampoco es que fuese algo llamativo. A lo largo de su mandato, el balance de altas y bajas habla de medio centenar de fichas por una decena de técnicos. El resultado está a la vista. Mientras Iván Bolado apura sus días en el CSKA búlgaro tras su excursión guineana a la Copa de África, el Cartagena ocupa el farolillo rojo a trece puntos de la salvación. La imagen de “proyectazo” ya planea en todas las esferas de la ciudad. Así que, a estas alturas, sólo hay margen para invocar un hipotético descenso del Villarreal que arrastre consigo el de su equipo filial.

Una vidente también se cruzaría en la vida de Suárez prediciendo que terminaría en la Moncloa. En el caso de Gómez, imputado por prevaricación en el caso de Las Navas del Marqués, no parece que vaya a acabar sus días admirado por todos y con un ducado bajo el brazo.